Por Ricardo F. Hernández Lecanda

 

Desde muy pequeño, Guillermo Garza Galindo, mejor conocido por todos sus amigos como “Memo” Garza, profesaba una admiración especial por el ferrocarril.o:p>

 

Debido a que una parte importante de su familia vivía en Monterrey, Nuevo León y otra en Tampico, Tamaulipas, el ferrocarril sería el medio de transporte que llevara a tíos y primos de provincia, a la casa citadina de Memo. De la misma manera, Guillermo y sus hermanos, pasarían varios veranos en la capital Regia como en el puerto Tamaulipeco, utilizando el ferrocarril, como el medio idóneo para viajar, en una época en que viajar en tren, era lo más común.

 

Así, el joven Guillermo pronto busca la forma de plasmar esa admiración hacia este medio de transporte. ¿Cómo poder recrear lo que había visto, lo que había vivido? No tenía una cámara fotográfica pero, las imágenes en su mente se mantenían frescas. Quería revivir esas experiencias obtenidas a lo largo de su viaje de forma gráfica y por supuesto, “a su manera”. No es extraño entonces que lo más a su alcance fueran los lápices y cuadernos escolares, que sirvieran de incipientes “lienzos” o papel de “revelado”, donde el pequeño amante del ferrocarril, plasmara en forma gráfica las memorias que llevaba en la mente y que en forma desesperada, buscaban materializarse tan solo para revivir el momento precioso en el que la máquina de vapor resoplaba, silbaba y producía ese olor a chapopote quemado y la brisa que bañaran en rostro del niño asombrado.


Ya adolescente, Guillermo escucha de sus tíos y demás familiares que la carrera de ingeniería sería una oportunidad estupenda para conocer más a fondo a las máquinas de vapor. Al concluir la secundaria, Guillermo ingresa a la Vocacional, con la esperanza de algún día, convertirse en estudiante de la Facultad de Ingeniería del Instituto Politécnico Nacional. Pasaban los meses y Guillermo impaciente, esperaba el momento de escuchar sobre las máquinas de vapor. Por supuesto, el sabía que la física reuniría en sus materias de termodinámica y mecánica el invento que James Watt hiciera famoso en el siglo XVIII, la caldera y máquina de vapor. Sin embargo, un negro desencanto propiciado por los mismos maestros de la vocacional, le dieron el “tiro de gracia” a sus anhelos de convertirse en Ingeniero. “¿…..Maquinas de vapor...............?.........pero sí eso ya está en desuso, ……………las máquinas de vapor están por desaparecer………lo nuevo son los motores eléctricos, más eficaces y limpios. Los motores de combustión interna son los que privan ahora en todos los ferrocarriles avanzados del mundo. Por favor,………….olvídate de la obsolescencia de calderas y máquinas de vapor. Concéntrate en el futuro……..”o:p>

Pobre de Guillermo, pensó que había desaprovechado el tiempo. Dejó la vocacional y dentro de su desánimo, buscaba el consuelo inexplicable refugiándose en estaciones, patios y zonas de maniobra del ferrocarril. Gracias a ello, conoció a mucha gente que brindó su paciencia y cariño a un joven que se lamentaba al ver como se acercaba en inevitable final de la “Locomotora de vapor”. Así, puso toda su atención. Quiso capturar cada momento para no dejarlo ir. Busco la forma de plasmar lo que veía en una hoja de papel, en algo que le recordara lo que pronto desaparecería. Pero al hacerlo, quería ponerlo como él lo “idealizaba”, como “debía ser”. Sus amigos del ferrocarril le permitían el ingreso a talleres, patios y estaciones casi sin restricción. Recibió muchas lecciones invaluables de verdaderos ferrocarrileros que lograron con cariño, alimentar ese deseo de conocimiento incesante de Guillermo. Lo quería saber todo. Preguntaba todo, pero todo se le adhería en la mente, para después, dibujarlo o plasmarlo.o:p>


Este deseo de preservación de imágenes, fomentó en el joven Guillermo, la destreza de la plástica. Quienes veían sus dibujos solo mostraban su asombro hacia lo bien que los hacía y lograba. El muchacho, como Leonardo Da Vinci, “discectaba” a la locomotora de vapor para después, plasmarla con elegancia y veracidad en sus dibujos. Ello, no pasó desapercibido para la familia del buen “Memo”. Una de sus tías, Laura Santos Galindo, pintora de profesión, le aconsejó “no pierdas el tiempo…….dedícate a la pintura…… el don del arte, corre por tus venas”.o:p>


Sin embargo, todavía Guillermo no se daría por vencido. Conocería a un importantísimo ferrocarrilero que marcara huella en su vida. “Don Pancho Maldonado”. Sí, aún hoy y después de su muerte hace varios años, todavía Don Pancho es una Leyenda en los Ferrocarriles Nacionales de México y entre los ferrocarrileros jubilados y algunos todavía en servicio. Individuo amable para quien lo conocía como Memo y un servidor, quien siempre tenía a “flor de piel”, el comentario de enseñanza como buen y prudente maestro. Muchos fuimos sus discípulos improvisados. Le gustaba enseñar y compartir su conocimiento. Persona sencilla pero muy conocedora, Don Pancho se convertiría en el “Padrino” o el “Mentor” que Memo necesitaba. Además, en una época en la que el adolescente buscaba guía para su destino, Don Pancho jugó un papel muy importante.o:p>

Memo quería convertirse, como es el sueño de muchos de nosotros, incluyéndome yo el primero, en ferrocarrilero. Quería sentarse en el asiento del maquinista. Tener entre sus manos el regulador de una potente “Niágara”. Sus manos soñaban con deslizarse acompasadas sobre el cable del silbato de cinco voces de la “Mastodont” que sirviera de ayudadora. Se imaginaba al mando de una de esas Niágaras que sirvieran como ayudadoras en el Distrito de Huichápan, entre San Nicolás y Mejía. Pero el mismo Don Pancho, quien por su extenso conocimiento y experiencia fuera entonces Asesor de Accidentes en los Nacionales de México, lo convenció de lo peligroso que era dedicarse al ferrocarril cuando en fecha reciente, en 1963, se sucedió uno de los accidentes más cruentos en la historia del ferrocarril en México, el famoso “accidente de Saltillo”. Además, al permitirle a Memo asistirlo en varios viajes a bordo de su Niágara, le mostró la necesidad de contar con fuerza física suficiente para atender los requerimientos de un fogonero y luego de un maquinista. Se veía fácil, pero al ayudar al fogonero, Memo entendió que no estaba dispuesto a tanto sacrificio. Sin embargo, esto no sería suficiente para desaparecer su admiración y afición al ferrocarril. Solo les daría un nuevo enfoque.o:p>

Así, Memo decide convencido, en dedicarse a la pintura como profesión. Es necesario aclarar lo anterior por que la pintura y el arte se dan en Guillermo como producto de su afición al ferrocarril y, no al revés.o:p>


En 1963, Ingresa a la escuela “Expresión Gráfica Aplicada”, incorporada a la Secretaría de Educación Pública, para estudiar una carrera de Pintura y Dibujo. Entonces Memo descubre nuevas técnicas que como mágicas herramientas, le permiten hacer de su dibujo y pintura, unos de mayor calidad profesional. Sus maestros, al ver su destreza para dibujar o pintar trenes, lo apoyaron enviándolo a hacer sus prácticas sobre “El Natural”, que consiste en tomar algo físicamente de la realidad y, plasmarlo en el lienzo o papel, en estaciones, patios y cualquier otro lugar que evocara al ferrocarril. El joven Memo ahora se vería acompañado en estaciones y patios, por su inseparable “caballete”, al que convirtió en su mudo y aficionado amigo del ferrocarril. Entonces, quienes ya conocían a Memo veían con admiración y aprecio como “describia” las locomotoras, coches, estaciones, ferrocarrileros en fin……el mundo ferroviario que Guillermo llevaba en la sangre. Sin embargo, esta misma imagen del “ferroaficionado” pintor, sería lo que le abriría las puertas para conocer a muchos más ferrocarrileros, comenzando la fama de la que ahora goza.o:p>

En fin, Guillermo terminaría su carrera como artista y se iniciaría en la vida profesional como catedrático. Enseñando lo que el sabía, compartiendo sus experiencias y conocimientos. Enseñar es algo nato en Memo. Cuenta con las cualidades que un buen maestro requiere para realmente enseñar: Sabe lo que hace; lo que hace, lo hace con mucho cariño; tiene una enorme paciencia; sabe explicar con claridad y sencillez; tiene el don de saberse hacer escuchar y quienes lo conocemos, como quienes han sido sus alumnos, le estimamos y queremos mucho. Pero eso no sería todo. Por supuesto que seguiría el camino que le hizo convertirse en artista. Ahora con conocimiento de causa, dibujaría, pintaría, disectaría, en fin,………..plasmaría como solo el sabe hacerlo, su eterna admiración al ferrocarril y su gente. Y eso no es todo, crearía técnicas de dibujo muy avanzadas para poder plasmar con corrección óptica, la perspectiva interminable de las vías que se pierden en el infinito del horizonte. Esas técnicas se encuentran en sus obras y de verdad, se requiere ser un verdadero conocedor para percibir la exacta corrección con la cual Guillermo dibuja y pinta esos convoyes que se pierden hacia el “punto de fuga” o, quienes en él nacen.o:p>

Es por todo lo anterior que con justa razón, describimos y reconocemos al Maestro Guillermo Garza Galindo no solo como el Maestro de la Plástica Ferroviaria en México. No, yo iría mucho más lejos y diría que es “el único verdadero pintor ferroviario en México”. Razones, me sobran muchas, pero estas dos características definen a un artista como Guillermo:o:p>

 

  1. Conoce perfectamente bien, la anatomía de las locomotoras, carros y equipo ferroviario. Sabe que pieza va en que lugar y por supuesto, sabe para que sirve cada cosa. Sabe como funciona y en que momento opera. Así, lo que Guillermo plasma en el papel o el lienzo, no es producto de la casualidad. Es producto de muchos años de compilar información y de experimentar en carne propia, lo que ahora pinta o dibuja.

 

  1. Como artista, reproduce lo que conoce como científico. Sus obras tienen una base científica y razón de ser. Y esto, es un aspecto importantísimo, que muy poca gente repara en él. Y es que para Guillermo, el ferrocarril “per se” es el motivo principal de su obra. Es el protagonista de su creación. Es la imagen central de su obra. Lo que pinta, gira en torno al ferrocarril y no al revés.

Muchos artistas en sus dibujos o cuadros, se refieren al ferrocarril en forma casual y accidental. Sí, utilizan al ferrocarril como sinónimo de modernidad, de progreso. Pero solo es eso, el ferrocarril que aparece “casualmente” como la parte de un todo. No importa si es imperfecto. Lo único importante es crear una “maza” de volumen y colores diversos que nos hagan pensar a grandes rasgos, que se trata de una locomotora o un tren. Esos artistas cometen errores garrafales de perspectiva, no saben que disposición llevan las “flechas de Tracción” y mucho menos, pueden describir el “movimiento” de una locomotora de vapor. No saben si es un movimiento Stephenson o de Válvulas planas o, si se trata de un Baker o un Walcheart. Pintan sin saber que el cilindro que lleva atravezado sobre la caldera, delante de la chimenea es un “precalentador Elesco”. Y como desconocen todos esos datos técnico, pintan a capricho lo que se les ocurre y creen que forma parte armónica de un “mazacote” sin sentido.o:p>

Guillermo ha tomado el compromiso muy en serio de reproducir mediante su arte, la técnica y la anatomía mecánica, perfectamente representadas en verdaderas obras de arte gráfico, que muy bien podrían servir de manuales para incluso, reconstruir locomotoras. Además, Memo guarda celosamente en su memoria, paisajes y estaciones que ya no existen. Puede reproducir hoy, en pleno siglo XXI, imágenes que muchos ignoran que existieron, como la estación de Colonia, San Lázaro, del Ferrocarril Mexicano. Puede hacernos revivir con esa vívida experiencia, encuentros en la desaparecida línea “A”. Nos puede recrear trenes mixtos con locomotoras en la que viajó personalmente a bordo. Y cada cuadro o dibujo, sí , cada uno, tiene una anécdota e historia que contarnos.o:p>

Y bueno, todo esto ¿tiene algún objetivo práctico?. ¿Tiene algún sentido pintar locomotoras viejas, estaciones que ya no existen, escenas que son parte del pasado?. Pues en esa misma reflexión se encuentra la respuesta, la “preservación de lo que ahora es historia”. Ese ha sido el motor principal de Guillermo quien con orgullo y satisfacción, contribuye como un preservador de una parte muy importante de la historia de México,……………………SU FERROCARRIL.o:p>


El mismo lo ha manifestado,…………”una de las razones que me mantienen con vida, es mirar el pasado a través de mi obra, de lo que tanto añoro y quiero, lo que ya no está más con nosotros”.o:p>


Yo quisiera agregar, ante la modestia del buen Maestro Garza Galindo, el día que el Superintendente de la División Celestial decida llamar a Memo para su última corrida, será para un viaje sin regreso que nos despojará, del único y verdadero pintor ferroviario en México,…………………el Maestro Guillermo Garza Galindo.

 

Guillermo, por su sencillez y profesionalismo, debe ser y es reconocido como un artista consumado que vuelca su cariño y afición al ferrocarril en su obra. Ojalá y su "escuela" no desaparezca con él y existan, impacientes y entusiastas, quienes puedan seguir sus pasos, heredando su técnica y compromiso,......."mantener por siempre, vivo al ferrocarril en México".

o:p> 

Mil gracias por tu obra, Guillermo.





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